Por Julián D’Angelo
Coordinador Ejecutivo
Centro de Responsabilidad Social Empresaria y Capital Social (UBA)
Los reportes o informes de sustentabilidad han tenido una importante evolución en las empresas en las últimas tres décadas. Hace veinte años solo unas 50 empresas de las más grandes del mundo reportaban en esta materia. Hoy en día casi el 95% de ellas lo hacen y existen en la actualidad más de 66.000 reportes de unas 13.000 organizaciones en el mundo.
En la Argentina el 62% de las 180 empresas más importantes presenta algún tipo de Informe de Sustentabilidad, y es el tercer país de Latinoamérica entre los que más reportan.
La importancia del reporte ambiental y social en las empresas no radica únicamente en la necesaria rendición de cuentas a todas sus partes interesadas, sino también en la utilidad de este instrumento para concientizar y difundir la discusión y las acciones en materia de RSE.
Comunicar es un compromiso ético, coherente con el principio de transparencia en los negocios, que le permite a la empresa sistematizar y medir sus acciones, detectar oportunidades de mejora y dialogar francamente con todos sus stakeholders.
Las empresas que se niegan a reportar, argumentando que no hacen marketing con sus acciones de responsabilidad social, en realidad tienen temor de que, al abrir nuevos espacios de comunicación, se expongan a nuevos canales de reclamos. Pero el hermetismo es totalmente incompatible con una gestión responsable. Las buenas y mejores prácticas deben ser informadas y compartidas para que puedan ser replicadas y se multipliquen.
En el año 2012 la Cumbre Mundial Ambiental de Río + 20 reconoció la importancia de la presentación de Informes de Sustentabilidad en las empresas y un núcleo de países, entre los cuales está Argentina, se constituyó en promotor de esta iniciativa.
En 2014 la Unión Europea aprobó una Ley sobre Reportes de Sustentabilidad en base al criterio de “Reporte o informe”, es decir que si la empresa no reporta en materia social y ambiental, debe informar porque no lo hace. El Reporte sigue siendo una decisión voluntaria de la empresa, pero con normativas como ésta se promueve cada vez más su realización.
En Argentina el Código de Gobierno Societario de la CNV dispuso también este principio de “Reporte o informe” y varios países directamente han pasado a fijar su obligatoriedad por ley.
Para la elaboración de estos Reportes existen variados lineamientos internacionales que las empresas pueden seguir. Pero la proliferación de iniciativas sobre Reportes está cargando de trabajo administrativo seriamente a las empresas, desviando su atención de las actividades necesarias para ser realmente sostenibles.
Existen cerca de 400 instrumentos de reporte de sustentabilidad en 64 países, de los cuales casi el 65% son obligatorios.
Muchos de ellos difieren respecto a los usuarios a quienes se dirigen y los usos de la información, pero el núcleo es el mismo: información cuantitativa (indicadores) y cualitativa sobre aspectos no financieros.
Con esta variedad de estándares las empresas tienen una carga administrativa cada vez mayor lo que las lleva a invertir cada vez más recursos en la sistematización de la información que satisfaga estos distintos requerimientos. Mientras mayor sea la carga de reportar, se corre el peligro de que esta tarea se convierta en un ejercicio de cumplimiento de normas, como un fin en sí mismo, más que como un instrumento de gestión de la responsabilidad social ante las partes interesadas, un medio, como debe ser.
Precisamente hoy en día, muchas veces la preparación de los Reportes ya está tercerizada o es solamente el esfuerzo de una unidad especializada, divorciada de la estrategia empresarial.
Así, se corren serios riesgos de que se constituya una “burocracia del Reporte” que elabora informes cada vez más largos y aburridos, pero vacíos de contenido relevante, que se utilizan más, ahora sí, como elemento de marketing, que como rendición de cuentas de un modelo de gestión sustentable.
Se aplica aquí lo que decía el célebre Jack Welch, respecto del Planeamiento Estratégico, cuando el proceso domina al personal: “Los libros se vuelven más voluminosos, las impresiones más sofisticadas, las tapas más duras y los gráficos mejores”. Pero la utilidad se vuelve nula y el reporte se constituye simplemente en un ejercicio de simulación.
Lo mejor sería contar con un conjunto de estándares unificado que incorporase lo mejor de cada uno y le permita a las empresas enfocar sus esfuerzos en lo realmente importante que es la definición del propósito del negocio y sus objetivos y acciones comunes para contribuir al desarrollo de la sociedad.
Julián D’Angelo es Licenciado en Administración (UBA), Posgrado en Gestión Sociourbana (FLACSO) y Doctorando (UNTREF). Conferencista internacional en temas de Responsabilidad Social y Sustentabilidad, con foco en América Latina y el Caribe.
Es Investigador y docente de grado y Posgrado en la Facultad de Ciencias Económicas (UBA).
Es Coordinador Ejecutivo del Centro Nacional de Responsabilidad Social Empresaria y Capital Social (Cenarsecs) de la UBA y Coordinador Técnico de la Red de Jóvenes Líderes de UNASUR por la Economía Social y la Integración Regional (UBA- Banco de Desarrollo de América Latina)